Decidiste vengarte con las palabras exactas saliendo de tu boca,
hiciste que tu silueta permaneciera imborrable
en cada milímetro de la cama.
Esperé impasible a que el minutero marcara la hora de tus idas y venidas,
y la venganza se hizo tan fría como nuestra distancia.
De tu boca salieron esas palabras...
No te vayas.
Y así fue como nos quedamos pendiendo de un hilo, en medio de la nada.
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